Tarea para marzo
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Alberto Etchegaray
En los últimos años los directorios de las sociedades anónimas en Chile han tenido que enfrentar un entorno social y de mercado con crecientes niveles de desconfianza en todas las instituciones, incluyendo por cierto a las económicas. El efecto inmediato de este nuevo escenario es que el mercado espera un mayor involucramiento de la alta dirección en el ejercicio de sus funciones en las compañías.
Así, las expectativas respecto del rol de los directores ahora van más allá de la siempre relevante generación de valor para la empresa, esperándose además un involucramiento en establecer un ambiente de control que limite la posibilidad de irregularidades. Y a esa realidad hay que sumarle una preocupación que complemente el interés de los accionistas con los efectos de la compañía en otros stakeholders.
La conclusión es que como nunca antes se ha puesto difícil en Chile desempeñar el rol de director de compañía.
No es una conclusión antojadiza. La reciente encuesta desarrollada por Board a un conjunto relevante de directores de sociedades anónimas abiertas, recoge varios s indicadores en esa misma línea comparados con la elaborada hace una año.
Señala, por ejemplo, que sólo 44% de directores está de acuerdo con el proceso de inducción que la empresa le otorga a los nuevos directores y que sólo 37% esté satisfecho con la capacitación posterior que recibe para ejercer adecuadamente su función. Otro indicador relevante es que las sesiones de directorio tienen una duración promedio de cuatro horas, aumentado en casi una hora en relación al año pasado, y dejando en evidencia lo crecientemente complejas que resulta tratar las materias en los directorios. Un último ejemplo es la progresiva preocupación de los directores por considerar que la política de compensación y dieta de ellos no tiene los incentivos necesarios para que desempeñen adecuadamente su función, aumentando desde 5% a 24% los que comparten esta preocupación.
Pues bien, es en ese entorno difícil que los directorios de las sociedades anónimas abiertas deberán además cumplir con la nueva norma dictada por la SVS: reportar en unos meses más la autoevaluación de sus prácticas de gobierno corporativo, información que será pública para todo el mercado y los reguladores.
Se conocerá así de manera directa la propia evaluación que cada directorio tiene de su compañía en materias tan diversas como el funcionamiento y prácticas operativas del directorio, las políticas de compensación a los ejecutivos principales, las prácticas para facilitar la interacción con los inversionistas y el mercado en general, así como las políticas y procedimientos para acotar los posibles riesgos
Pero lo cierto es que, justamente por ser este año la primera ocasión en que se reportará esta información, con seguridad nos encontraremos con distintas aproximaciones a la hora de reportar. Existirán aquellos directorios que tenderán a autoevaluar sus prácticas de manera autocomplaciente y otros favorecerán una mirada más autoflagelante.
De lo que no hay duda es que será el inicio de una nueva etapa en la transparencia informativa de las compañías chilenas.